La nueva normalidad en materia de precios de transferencia
El panorama en materia de precios de transferencia durante los siguientes meses (e incluso años) se vislumbra complicado; principalmente a la luz de los efectos que trae la recesión económica a nivel mundial y los impactos en la nueva normalidad por la pandemia de coronavirus.
Como lo hemos mencionado en nuestros boletines anteriores[1], diversas actividades en varias industrias, incluida la automotriz, fueron suspendidas por un decreto del gobierno federal, lo cual ha originado una disminución en los niveles de manufactura, ventas de productos, y en consecuencia, de ingresos. Al mismo tiempo, durante este periodo existe la posibilidad que las estructuras de costos y gastos se mantengan constantes o inclusive sean superiores a lo que originalmente se tenía presupuestado[2].
Especial énfasis se pondrá en las modificaciones a los términos de cobro y pago, así como la revisión de los contratos intercompañía vigentes, cambios que se darán de manera recurrente en esta nueva normalidad. Dado que el flujo de efectivo se vuelve una prioridad en estas situaciones, se esperaría recibir menos pagos y a mayores plazos por parte de entidades vinculadas en el extranjero, mientras que por otra parte pudiesen incrementarse los cargos provenientes de oficinas centrales de la mano de nuevas actividades de soporte para el manejo de esta contingencia.
Ante la nueva normalidad, ¿qué podemos esperar en materia de precios de transferencia?
En el marco teórico-práctico de Precios de Transferencia, a la fecha, los comparables por industria aún no reflejan estos impactos en sus estados financieros públicos, pero existen algunos parámetros de referencia si observamos indicadores macroeconómicos de crisis en ejercicios anteriores.
Aun y cuando podrá decirse que existe una correlación positiva significativa entre las economías de EEUU y México, es difícil cuantificar la forma en la que estos factores impactarán en economías como la mexicana, y en consecuencia, en los contribuyentes y su capacidad de generar utilidades.
Por otra parte, entidades que teóricamente son caracterizadas como de riesgo limitado estarán ahora a prueba con todas las volatilidades que enfrentarán, particularmente en variaciones por debajo de la línea de utilidad de operación.
Será interesante observar si se aplican ajustes para mitigar impactos negativos derivados de esta nueva normalidad en rubros como fluctuación cambiaria, intereses o inclusive efectos inflacionarios, de forma que se llegue a una utilidad antes de impuestos consistente con las antiguas políticas intercompañía, o si las pérdidas se absorben en función de la caracterización de las entidades involucradas y de las utilidades disponibles en el sistema del Grupo.
Derivado de la incertidumbre y volatilidad en el tipo de cambio, cada vez más empresas comienzan a evaluar la posibilidad de pactar operaciones en moneda local en lugar de dólares, euros o alguna otra divisa. Ante esta situación, se deberán reevaluar contratos intercompañía, de la mano con asuntos relacionados a la tesorería del grupo multinacional.
Un punto que consideramos puede ser importante y cobrará relevancia a futuro es el relacionado con los esquemas de financiamiento; tradicionalmente los préstamos entre partes vinculadas se han pactado en la moneda funcional del corporativo (por ejemplo, dólares americanos) mientras que los pagos se realizaban en moneda local. Toda vez que existe una depreciación del tipo de cambio y la deuda se incrementa, se comienzan a combinar una serie de factores adicionales para las empresas mexicanas, como una baja generalizada en tasas de interés, que se compensan con una degradación en la calificación crediticia de la empresa deudora y un incremento en el riesgo país de nuestra economía, lo que genera que el costo de oportunidad en las operaciones de financiamiento con partes relacionadas se ponga en tela de juicio
Indudablemente existirá un mayor escrutinio por parte de la autoridad fiscal mexicana en relación a cargos corporativos realizados a contribuyentes en México, tanto por temas de beneficios recibidos como montos de contraprestación y los factores de asignación utilizados para la determinación de estas erogaciones. Será de vital importancia contar con evidencia robusta y contundente mediante la que se demuestre que estas erogaciones, además de comprobarse que sean estrictamente indispensables para la operación y supervivencia del negocio tengan elementos para justificar su condición de valor de mercado.
Otra sugerencia que consideramos pertinente evaluar será los montos de contraprestación a erogarse por concepto de regalías; pues al existir una disminución natural en los ingresos y márgenes de rentabilidad de las empresas en México, pudiera resultar interesante evaluar el conservar la misma tasa de regalía a pagar por el uso o goce temporal de activos intangibles, cuando en realidad la ventaja competitiva que pudiera aportar dicho activo no se verá reflejada en ganancias superiores a las que empresas sin el uso de este tipo de intangibles pudiesen estar reportando.
Finalmente, invitamos a evaluar las condiciones cambiantes por venir con esta nueva normalidad y ponderar un acercamiento temprano y proactivo con el SAT a través de procedimientos amistosos de resolución de controversias como pudieran ser los Acuerdos Anticipados de Precios (“APAs”), de forma que puedan platicarse abiertamente ajustes o cambios en el modelo de negocios del contribuyente y el grupo multinacional al que pertenece, así como los supuestos críticos que impactarán la operación actual, y de igual forma intentar disminuir el riesgo de una potencial doble tributación a través de acuerdos bilaterales con autoridades fiscales de otras jurisdicciones.
[1] https://www.ey.com/es_mx/tax/boletines-fiscales-
[2] Incrementos en los costos y gastos pudieran surgir en rubros como gastos extraordinarios y no recurrentes, liquidaciones de personal, e incrementos en el precio de los insumos por la volatilidad en el tipo de cambio
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